viernes, 18 de abril de 2014

LA HISTORIA DE LOS CANDADOS DEL AMOR EN EL PUENTE DE LOS ENAMORADOS

Hacía una semana había cumplido los nueve, y como todos los años mis abuelos venían desde Carmelo para pasar conmigo, su única nieta, mi cumpleaños y se quedaban dos semanas hasta año nuevo.
Como cada noche, durante las dos mejores semanas del año, mis abuelos, al terminar de jugar a la escoba del 15 y tomar brandy con mis padres  y los recién llegados tíos de Buenos Aires,  se fueron, entre risas, a acostar. Todavía suena en mi cabeza la canción de Homero Manzi que mi abuelo siempre tarareaba.
Yo, como siempre, espiaba por la cerradura de la puerta esperando a que la luz de la pieza de mis padres se apague, para, muy cuidadosamente fugarme hacia la habitación de mis abuelos, y muy sagazmente acurrucarme en el medio de ellos, que como cada noche me esperaban. La abuela me tejía, en punto inglés, una bufanda rosa y mi abuelo leía su antiguo tomo de un libro de Charles Dickens cuando yo me acercaba a su oreja a hacer el mismo pedido que hacia todas las noches.
-¡Abu, me contás uno de tus cuentos!- Decía yo cruzando los dedos de las manos como cuando vas a rezar.
-Pero princesa, ya te contó uno anoche, lo vas a dejar sin reserva de cuentos – Dijo mi abuela sabiendo, que este comentario sería inútil.
-Pero por favor.- Dije haciendo puchero.- Ya mañana se van, van a tener un año para aprender cuentos nuevos. Dale, porfas, porfas.
-Bueno, bueno. ¿El cuento de la princesa y el caballero? –Pregunto mi abuelo
- No, quiero el de los candados de París-
-Encima viene con pretensiones- Dijo mi abuela riendo.
-Hay una antigua leyenda en París. La leyenda dice que si una pareja ata un candado en las rejas del puente de los enamorados y después tiras la llave en el Sena, su amor durará por siempre. Esta misma leyenda dice también, que si alguien está en búsqueda del amor debe viajar a París en primavera y arrojar una rosa roja por cada día que pasa y allí, a orillas del Sena este encontrara al amor verdadero, y como recompensa al rio, ellos tienen que atar su candado. Millones de personas viajan todos los años a cumplir este ritual.
Con este mismo motivo, viajaron Clara y Manuel, desde Montevideo ella y desde Córdoba él rumbo a París.
Todos los días, antes de ir a hacer los tours habituales Manuel salió de su hotel camino dos cuadras hasta el puente, compro una rosa roja y la tiro al Sena. Luego de esto se dirigió al centro Parisino.
Un rato más tarde, cerca del mediodía, Clara, se tomó un taxi que la dejaría en el lugar donde horas más temprano estuvo Manuel, a hacer la misma rutina que venía haciendo los cinco días que llevaba en París, arrojar una rosa al río.
Esa noche una tormenta azoto Paris. Refugiados bajos los techos de la iglesia de Notre Dame, Manuel y Clara se conocieron. Él trataba de que un guardia le explicara cómo conseguir un taxi desde allí, pero dado a que no sabía una palabra en francés le era imposible que el guardia le entendiera. Clara, de inmediato reconoció el acento del joven, y auspicio de traductora, con su francés perfecto. No habían pasado diez minutos de su primer encuentro cuando se encontraban corriendo bajo el aguacero, de la mano, en busca de un taxi.
Ni, la siguiente semana que permanecieron en París, ni los siguientes cuarenta años volvieron a separarse. Porque tal como manda la leyenda, en recompensa al Sena, Clara y Manuel ataron su candado en la enrejadura del puente de los enamorados y con este acto sellaron su amor por siempre.
No recuerdo más nada de lo que paso esa noche, porque claro, me quede dormida. Mi abuelo, después de sus cuentos siempre me pasaba a mi cama, por alguna extraña razón, esa noche no lo hizo, me dejo dormir con ellos (aunque siempre se quejaba de que yo, dormida, pegaba patadas).
Lo siguiente que recuerdo es a mi mamá, mientras tomaba mate le decía a mi abuelo, -No le tenes que cumplir todos los caprichos, todas las noches se va a dormir tarde por los cuentos-  Nunca me voy a olvidar lo que dijo esa mañana.
-          Pero hija, para que soy abuelo si no le voy a poder cumplir a la hermosa de mi nieta todo lo que me pide – Dijo besándome la sien.- Además mañana me puedo morir, y si me muero quiero morirme habiendo disfrutado de mi nieta.
-          Ay Manuel, no digas esas cosas- Lo retó mi abuela.
Y casi como una predicción esa fue la última vez que vi a mi abuelo.
Recuerdo que para vacaciones de invierno mi mamá se tuvo que ir corriendo, apenas despidiéndose. La dejamos en el aeropuerto de Córdoba. Según me dijo mi papá tenía que irse urgente a Carmelo porque el abuelo estaba enfermo.
Una semana más tarde papá, me explico, como pudo, que mi abuelo tenía cáncer muy grave, que nadie lo sabía, y que guardara alguna ropa mía en el bolsito rosa porque los dos tendríamos que ir a Uruguay también, al velorio de mi abuelo.
No tengo recuerdo de haber estado más triste que aquel día. Mi alma, todavía sigue triste.
No voy a olvidar la cara de mi abuela. Un año más tarde ella también se fue, como me dijo mamá, a hacerle compañía al abuelo a la estrellita en la que ahora vivían.

Cada día los extraño como el primero. Todavía tengo puesta la bufanda que, aunque ahora me queda un poco chica, la abuela me tejió ese verano. Ahora soy yo la que tararea a Homero Manzí.
Escribo esto diez años después de aquel verano. Estoy en París, por irme al Sena a arrojar sus cenizas al río, porqué es lo que hubiesen querido y es lo último que puedo hacer por las dos personas que más ame en el mundo. 

                                                                                                                   Agustina Rocha – 19/03/2015

Resumen de Pascua.

Les dejo aquí, el resumen del libro que estoy escribiendo, ustedes dirán.

En un planeta no muy lejano a la tierra vive una comunidad británica que fue creada para experimentos genéticos, por ello, los habitantes no envejecen y no mueren de causas naturales. Una rebelión genera el surgimiento del grupo de los doce. Ellos son los encargados de dirigir y llevar acabo la revolución. Poco después de su triunfo, llegan de la tierra unas tropas que repliegan al pueblo y establecen el gobierno dictatorial asignado por la corona británica. Al grupo de los doce, se los condena a la muerte. Logran escapar a la tierra, donde para garantizar un posterior triunfo de la revolución deciden alejarse y perder contacto. Doce años después dos agentes del servicio secreto son enviados a la tierra a encontrarlos y devolverlos a Pascua para el cumplimiento de su condena. Lo que no saben es que los doce están perdidos en un mundo que los agentes no conocen y no comprenden pero al encontrarlos descubren que la historia no es como se las contaron y la esperanza de vivir en un mundo mejor, existe.

Es tu lucha la que sigo.

Aunque tus labios ya no griten...
Aunque tus ojos ya no busquen...
Aunque tus manos ya no sientan...
Yo todavía espero tu regreso.

Los años han pasado y yo con ellos.
Pero mi memoria no te olvida,
ni a tu rostro ensangrentado,
ni los rostros de tus inevitables enemigos.

Es tu lucha la que sigo,
por tu alma, por tu paz.
Por tus ideales, por tus sueños.
Por amarte y por perderte.

Por tu silencio,
forzado, pero nunca sumiso;
perpetuo, pero nunca ausente;
extrañado, pero nunca olvidado.

Por tu esperanza,
escondida, jamás perdida;
apagada, jamás extinta;
desaparecida, jamás destruida.